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El Panel de Robertokles

Tirant lo Blanc : Advertencia a trabajadores textiles, del metal, y abogados

Tirant lo Blanc : Advertencia a trabajadores textiles, del metal, y abogados



Que nuestra literatura ha tenido siempre predilección por los juristas es cosa bien sabida: nadie olvida que Quevedo solía empedrar sus infiernos de leguleyos, y que sólo levantaba el firme para trasladarlos de una obra a otra, donde cumplían el mismo fin: así los vemos en El Sueño del Juicio Final , en las Zahurdas de Plutón , y si no me falla la memoria, también en la Hora de todos y la Fortuna con seso . No es, desde luego, un caso de inquina quevediana, sino un locus communis extendidísimo, que reflejaba en parte una percepción social corriente. En el capítol XLI, nuestro buen Martorell, con el que entretengo los ratos que me van quedando libres, nos ofrece un ejemplo de estas cosas, inserta en la cornucopia de amabilidades dedicada a los trabajadores citados. Resumo a continuación esta particular galleria degli uffizi .



En un evidente calco del Llibre de l'orde de cavalleria de Ramon Llull, Martorell hace llegar a Tirant hasta un bosquecito en el que se encuentra retirado nuestro viejo conocido Guillem de Vàroic (1) en su vida de oración y penitencia. El protagonista de la obra aún no es caballero, y marcha a las bodas del rey de Inglaterra avisado de que tras la ceremonia, el rey armará caballero a todo notable que lo requiera y merezca. El conde-ermitaño instruye al joven viajero en las enseñanzas morales y de significación del oficio de caballero, dándole un libro para que lo estudie convenientemente (2). Tirant marcha presto a participar en los festejos por los esponsales del Rey (hasta aquí, caps. 28 - 40). A la vuelta de tales celebraciones (cap. 41), el agradecido joven, ya armado caballero, se interna en el bosque con una tropilla de los suyos para despedirse del ermitaño. Aunque éste es anciano, todavía siente el vigor de la pasión por la caballería corriéndole por el cuerpo, y le pide que le narre tanto las festividades como los capítulos de armas que se hicieron. Así, comienza la narración de Tirant describiendo la comitiva y desfile de todos los estamentos sociales en riguroso orden jerárquico:



A la cabeza correspondía ir al Rey, "acompañado de todos los gentileshombres que se encontraban en la ciudad que fuesen de cuatro cuarteles" [ acompanyat de tots los gentils hòmens que·s trobaren en la ciutat que fossen de quatre cortés (que tuviesen cuatro cuarteles de nobleza al menos, se entiende, paréntesis de Robertokles)].



En la plaza de la ciudad, se le une el duque de Lencastre (Lancaster), que viajaba por cuestiones de espacio solamente junto ab XV mília combatents (ahí es nada); tras ellos, iban todas las órdenes ( tots los órdens ), cada uno de ellos con un cirio en las manos; inmediatamente tras ellos, les siguen los menestrals ("artesanos"), ocupando una posición sorprendente, delante de tot lo clero, ço és, archebisbes, bisbes, pabordres, canonges e preveres ab moltes relíquies es decir: "todo el clero, eso es, arzobispos, obispos, abades, canónigos y presbíteros con muchas reliquias"). Tan desusado lugar en la procesión -que, ya por incluir, incluye a las mujeres públicas y las adúlteras, convenientemente situadas al final del desfile social- no creará sino disputas, como veremos a continuación.



Ya en el mismo desfile se establece una trifulca entre los oficios gremiados: los tejedores consideran que sus miembros tienen derecho a anteceder a los herreros, y naturalmente, éstos no lo consideran así: es por tanto la hora del jurista, el lugar en el que medran los expertos en leyes. Avanzan hordas de ellos, cada uno adscrito a uno u otro bando, para ponerse a discutir acaloradamente aduciendo cientos de razones. Es en esta escena cuando el caballero Martorell suelta las riendas de sus prejuicios antiburgueses que no excluyen ni mucho menos a lo que hoy conocemos como profesiones liberales , y resuelve la contienda al educado modo de los nobles banderizos:



"Moltes al.legacions s'alegaren per cascuna part, que no tinc en record, e aquesta fon la caussa del divís; e si no fos estat lo duc, qui es trobà a cavall e armat, fort jornada fóra estada, car lo Rei ja no hi podia ddar remei. Lo Duc se mès enmig de la pressa d tota la gent e pres sis juristes, tres de cascuna part, e tragué'ls fora de la ciutat. Ell se pensaren que lo Duc los volia per demanar quala part tenia millor justícia. Com foren fora de la ciutat, al cap del pont, féu restar mil hòmens d'armes quer no deixassen passar a negú, si la persona del Rei no era. Lo Duc descavalcà enmig del pont e tant prestament com pogué féu posar duees forques, ben altes, e féu penjar tres juristes en cascuna, cap avall per fer-los molta honor, e no es partí d'allí fins que hagueren trameses les miserables ànimes en infern."



[Muchas alegaciones se alegaron por cada una de las partes, que no recuerdo, y ésta fue la causa de la discusión, y si no hubiese sido por el duque que se encontraba a caballo y armado, dura jornada hubiese sido pues el rey ya no podía ponerle remedio. El duque se metió en medio del bullicio de toda la gente y cogió seis juristas, tres por cada uno de las partes, y los sacó fuera de la ciudad. Ellos se figuraron que el duque les quería para preguntarles qué parte tenía mayor razón. Cuando estuvieron fuera de la ciudad, en la cabeza del puente, hizo quedar mil hombres de armas para que no dejasen pasar a nadie, como no fuese la persona del rey. El duque descabalgó en medio del puente y tan prontamente como pudo, hizo instalar dos horcas, muy altas, e hizo colgar tres juristas en cada una de ellas, cabeza abajo para hacerles gran honor, y no se marchó de allí hasta que hubieron mandado sus miserables almas al infierno]



A los seis juristas bamboleándose como criminales se auna el sarcasmo ("para hacerles gran honor"): una imagen que parece salida de las ténebres composiciones ideadas por el Bosco o Pieter Brueghel. Fruto de una justicia salomónica, no resuelve nada, sino que perjudica a ambas partes (pero sacia la violencia de su autor): y sin embargo, en la lógica fantástica de las novelas, con semejante acción de fuerza y golpe mayúsculo al Derecho (y los que bajo él se cobijan), ofrece regocijo y consuelo a todos los estamentos. Véase si no las reacciones que suscita el cuadro:



Sabut per tot lo poble lo virtuós acte que lo duch havia fet, donaren-li infinides laors, e gens per açò la festa no restà que no·s fes en la forma que era stada hordenada



"Conocido por todo el pueblo el acto virtuoso que el duque había ejecutado, diéronle infinitas alabanzas y gracias a esto nada se hizo en la fiesta que no fuese de la manera ordenada".



De tal virtud liberanos, domine.



Ya seguiremos hablando de otros aspectos, o de éste, si es que lo deseais



Robertokles

Notas


1. En los anteriores mensajes que mandé acerca del Tirant: es decir, Unos apuntes sobre las estratagemas en el Tirant lo Blanc: el capítulo X , y Un ejemplo de anticaballería: Tirant Lo Blanc, capítulo XXV


2. N o es otro que el Abres des Batailles, que Honoré de Bonet o Bovet, prior de Challon, Chaslon, o incluso Sallent (de los tres modos me lo he encontrado) publicó en 1387. Algunas partes extractadas y traducidas al inglés, en http://www.heraldica.org/topics/bonet.htm .


Para quien le sea más fácil, el Archivio di Stato di Torino alberga una copia fantástica de esta obra en la sección Biblioteca Antica , subsección Manoscritti . Si se consigue llegar a ella, mis bendiciones.

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